Sin duda alguna llegar a casa y encontrarme con el chorizo patatero de mi yaya.
Lo peor... Algún especialista capullo que camina a 5 palmos por encima del suelo.
Menos mal que tengo grandes y buenos amigos y maestros dentro del gremio y me sigue pareciendo injusta la fama que algún individuo de cuya especialidad no quiero acordarme les dan al resto.
O será que no he dormido y me pongo de mal humor.
Por suerte, tengo en casa el chorizo patatero de mi yaya que me dio en la última visita a casa. Para el próximo viaje, le pediré croquetas de esas que resucitan a un muerto. Y pisto, y asadillo... Dios, que rica está la comida de mi abuela... De la de mi madre ni hablamos...
Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos. Cuando necesite un favor para él o un familiar es el momento de demostrar que se es un profesional con un trato impecable a la par que distante y frío. El hospital esta lleno de capullos presuntuosos pero con los años todos caen pidiendo favores y entonces es cuando se les aplica la venganza del chinito. Que aproveche el chorizo. Me puedes mandar un cacho por e-mail :-)
ResponderEliminarAllá va ese cacho... Qué decir, no entiendo la falta de ganas de trabajar de algunos a los que no puedo llamar compañeros. Sobre todo porque desde mi punto de vista no le pedía nada descabellado. Sólo la valoración de un paciente, que tenía síntomas de necesitarla y además de urgencia. Y no lo vio. Yo he dormido muy tranquila. Cada uno que se pelee con sus fantasmas.
ResponderEliminarY lo que dices es un consejo que me suele dar mi padre (se nota que acabo de cumplir años y estoy melancólica) la mejor manera de demostrarle a una persona que se ha equivocado contigo es hacer lo que se debe hacer, de la mejor manera posible.
Es una cuestión de estilos... Un abrazo ;)