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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Mi hospital preferido...

El otro día hablé con un representante de Pfizer, un famoso laboratorio farmacéutico (cosa rara, porque no suelen venir muchos representantes a hablar con nosotros) y después de regalarme un par de libros que llevaba tiempo buscando me pidió que rellenara un par de encuestas. Cómo yo me pagué parte de mi ocio estudiantil gracias a encuestas que me rellenaron en su día, pues lo hice encantada.

¿Qué número de MIR sacaste? ¿Era cirugía tu primera opción? ¿Está el hospital elegido entre tus tres favoritos? Esa fue la que me llegó al corazón... Pues a ver, para ser sinceros, si me lo hubiesen dicho el año pasado por estas fechas, igual entre mi listado de hospitales no figuraba entre los más altos de la lista. No porque tuviera malas sensaciones, es que simplemente no lo conocía. Pero ahora la cosa cambia... No sólo está entre mis favoritos, es mi favorito. Es el sitio al que llevaría a un familiar a ser tratado, o dónde me trataría yo misma si fuera necesario. De hecho, alguno de mis mayores que tiene que hacerse pruebas diagnósticas o terapéuticas se las hace allí, y no sólo por comodidad, es una cuestión de confianza.

No sólo en mi servicio, que son ya como una segunda familia (a este paso una primera, porque paso mucho más tiempo que con la de sangre), hay profesionales estupendos en todos los sectores: Los digestivos, que nos dan clases magistrales presentando casos en la sesión de los martes, con un estudio excelente de cada caso, los radiólogos que son capaces de ver en blanco y negro cosas para las que nosotros necesitamos abrir, ver y tocar, y no sólo eso, a veces hasta lo tratan ahorrándole a uno que le abran con un cuchillo, que no olvidemos que nosotros no curamos con pastillas como dice alguno de los grandes. Los anestesistas, por los que ya sabéis que tengo especial debilidad, los traumas, con los que compartimos duras noches de batalla, y que han metido mano ya a gran parte de mis jefes (será que son buenos, entonces). Los internistas, capaces de controlar todo aquello que al resto se nos escapa, y de filtrarnos gran parte de lo que llega a la urgencia. Sin ellos nuestro trabajo sería un infierno. Los endocrinos, que nos cuidan los pacientes que operamos, los que vamos a operar y se ocupan de los que ya pasaron por nuestras manos, porque sin nutrición adecuada o unos iones dentro de su rango el paciente lo pasa mal, y los que estamos de guardia también. Los urólogos, con los que a veces compartimos sangre, sudor, insomnio y algún que otro fluido, no precisamente agradable al olfato. Los psiquiatras, sin los que sería mucho más fácil perder la cabeza en algunos momentos. Menos mal que están ellos para manejar determinados pacientes y tratamientos… Los de preventiva, y sus métodos de control de infecciones y lavado de manos. Los neumólogos, que como ya os conté fueron los primeros por los que me dejé tratar.

Vamos, que siempre os hablo de la cirugía y los cirujanos, pero que sepáis que en mi hospital hay excelentes profesionales en todos los sectores, en cuyas manos no dudaría en ponerme, aunque por supuesto prefiero no tener que hacerlo (tampoco vamos a pasarnos). Y sí, es mi preferido, por muchísimas razones.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Segunda

Os prometo que me gusta mi trabajo. De otra manera sería imposible aguantar ciertos momentos de la noche:

- Motivo de consulta: Tumoración facial de 1 año de evolución.
- Medicación habitual: "Alcohol, yo sólo alcohol."
- "¿Que ha pasado hoy para que hayas decidido venir a la urgencia? ¿Te duele más? ¿Ha sangrado?"
- "Yo sólo alcohol. Me apoyo para dormir de este lado y me molesta."
- "Lo siento, es un tumor dermatológico, ve a tu dermatólogo."

Horas de descanso en las últimas 48: 2 dentro del hospital, tarde zoombie en casa... Mañana la tercera empalmando con el quirófano del lunes... Y lo que estoy aprendiendo...

jueves, 9 de septiembre de 2010

Triplete (primera de tres)

Hoy estoy saliente de una guardia en la que apenas he podido dormir media hora. Lo más estresante ha sido la llamada a eso de las 4:30 (o eso me pareció ver en el reloj):

- "Tú paciente de la cuatrocientos equis está paralizado"
- (Proceso mental de: Oh, ¡Dios Mío!) "¿Respira?"
- "Sí, está vomitando."
- (Proceso mental de ¿qué entendemos por paralizado?) "¿Por qué está ingresado? No figura en mi listado y acabo de pasarme un rato arriba (hasta hace media hora como dicen las leyes de Murphy) revisando tratamientos y no me suena que haya nadie en la cuatrocientos equis" (Mientras tanto me calzo los zuecos y busco las gafas echando leches).
- "Rectorragia"
- "Bueno, da igual, voy a verlo corriendo." Cuelgo el teléfono mientras me pregunto a quien habrán ingresado en esa habitación, convencida de que los ingresos de la guardia los había hecho yo y ese no lo cuadraba. Cuando ya salía por la puerta nueva llamada:
- "Oye, que soy de la planta, el de la cuatrocientos equis es de interna, no subas.
- "Pero... ¿Está bien? ¿Respira?¿Le habéis tomado tensiones?¿Satura? Sí, ya sube el internista, es que este chico (refiriéndose al enfermero) con los nervios se ha equivocado.
- "Bueno, no te preocupes, gracias. Si necesitáis algo ya sabéis mi número."

Intenta dormir después de ese despertar... Menos mal que no hizo falta porque media hora más tarde me llamaron de nuevo por el típico dolor de mis guardias nocturnas en fosa iliaca derecha irradiado a testículo en paciente búlgaro que no habla ni papa de castellano. A eso de las 7:15 llamé a mi adjunta, más por la saturación de la noche que me tenía un poco bloqueada sin saber que hacer (había llegado al punto en el que pensar era muy difícil) que por que fuera algo urgente (simplemente no me hallaba en plenas facultades para decidir si era urgente o no). Brechas, abscesos, contusiones costales más tarde y un ligero paso por quirófano, he llegado a casa a comer a las 15:30, y mañana más...

Tengo que decir que a pesar de eso ha sido una guardia estupenda, con momentos en los que me reí mucho, con el doctor "Famoso", y una de las doctoras más taurinas que tenemos, aunque la llamaré doctora "Ojitos" (ya os contaré por qué) . Además tuve la oportunidad de aprender de Willy Fog, otro de mis adjuntos, una wikipedia andante no sólo de medicina y de cirugía, sino de casi cualquier tema de cultura general. Es uno de esos caballeros que ya no quedan. Es al que hay que preguntar que se ha escrito sobre un tema y es capaz de citarte toda la bibliografía al respecto. En ese sentido es el puro ejemplo de medicina basada en la evidencia. En fin, ya os iré presentando a más gente que me pierdo.

martes, 7 de septiembre de 2010

Leyes de Murphy aplicadas al Residente de Cirugía:

Estas son algunas de las que se me han ocurrido en estos meses:

- Siempre sonará el busca media hora después de haberte metido en la cama.

- Si has estado atento a una cirugía de 5 horas sin perderte nada, el adjunto sólo te mirará cuando cierres fuertemente los ojos para humedecer las lentillas.

- Los pacientes complicados llegarán cuando tus adjuntos estén lavados en quirófano para una cirugía larga y urgente.

- Siempre te picará la nariz justo cuando te hayas acabado de lavar en quirófano y no puedas tocar nada.

- Si estás preparado para una guardia dura dormirás, si crees que la guardia será tranquila más vale que hayas dormido antes.

- Si sólo queda un equipo de curas en el armario en que las guardan bajo llave prepárate para descubrir a las cuatro de la mañana que falta el porta, las pinzas o ambos.

- Si te da por ir vestido de calle tranquilamente, y olvidas mirar el parte, seguramente te hayan programado, si vas preparado para operar lo que sea, tranquilo que no harás nada.

- Si pasas por casualidad por una planta que no es la tuya enseguida empezarán a aparecer pacientes susceptibles de ser quirúrgicos para que los valores.

En fin, que esto de la cirugía es una dinámica constante, adaptarte al medio es parte de tu sueldo, ¡gánatelo! Nadie dijo que fuera fácil.

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