El otro día hablé con un representante de Pfizer, un famoso laboratorio farmacéutico (cosa rara, porque no suelen venir muchos representantes a hablar con nosotros) y después de regalarme un par de libros que llevaba tiempo buscando me pidió que rellenara un par de encuestas. Cómo yo me pagué parte de mi ocio estudiantil gracias a encuestas que me rellenaron en su día, pues lo hice encantada.
¿Qué número de MIR sacaste? ¿Era cirugía tu primera opción? ¿Está el hospital elegido entre tus tres favoritos? Esa fue la que me llegó al corazón... Pues a ver, para ser sinceros, si me lo hubiesen dicho el año pasado por estas fechas, igual entre mi listado de hospitales no figuraba entre los más altos de la lista. No porque tuviera malas sensaciones, es que simplemente no lo conocía. Pero ahora la cosa cambia... No sólo está entre mis favoritos, es mi favorito. Es el sitio al que llevaría a un familiar a ser tratado, o dónde me trataría yo misma si fuera necesario. De hecho, alguno de mis mayores que tiene que hacerse pruebas diagnósticas o terapéuticas se las hace allí, y no sólo por comodidad, es una cuestión de confianza.
No sólo en mi servicio, que son ya como una segunda familia (a este paso una primera, porque paso mucho más tiempo que con la de sangre), hay profesionales estupendos en todos los sectores: Los digestivos, que nos dan clases magistrales presentando casos en la sesión de los martes, con un estudio excelente de cada caso, los radiólogos que son capaces de ver en blanco y negro cosas para las que nosotros necesitamos abrir, ver y tocar, y no sólo eso, a veces hasta lo tratan ahorrándole a uno que le abran con un cuchillo, que no olvidemos que nosotros no curamos con pastillas como dice alguno de los grandes. Los anestesistas, por los que ya sabéis que tengo especial debilidad, los traumas, con los que compartimos duras noches de batalla, y que han metido mano ya a gran parte de mis jefes (será que son buenos, entonces). Los internistas, capaces de controlar todo aquello que al resto se nos escapa, y de filtrarnos gran parte de lo que llega a la urgencia. Sin ellos nuestro trabajo sería un infierno. Los endocrinos, que nos cuidan los pacientes que operamos, los que vamos a operar y se ocupan de los que ya pasaron por nuestras manos, porque sin nutrición adecuada o unos iones dentro de su rango el paciente lo pasa mal, y los que estamos de guardia también. Los urólogos, con los que a veces compartimos sangre, sudor, insomnio y algún que otro fluido, no precisamente agradable al olfato. Los psiquiatras, sin los que sería mucho más fácil perder la cabeza en algunos momentos. Menos mal que están ellos para manejar determinados pacientes y tratamientos… Los de preventiva, y sus métodos de control de infecciones y lavado de manos. Los neumólogos, que como ya os conté fueron los primeros por los que me dejé tratar.
Vamos, que siempre os hablo de la cirugía y los cirujanos, pero que sepáis que en mi hospital hay excelentes profesionales en todos los sectores, en cuyas manos no dudaría en ponerme, aunque por supuesto prefiero no tener que hacerlo (tampoco vamos a pasarnos). Y sí, es mi preferido, por muchísimas razones.
esto huele a trauma mir.
ResponderEliminarPuff, qué duro. jajajaja
además, no sabes cómo son los otros hospitales. Es como escribir sobre nada. Duro, duro... je
ResponderEliminarMe alegro muchísimo de que estés contenta, si fuiste a un buen hospital (a pesar de no ser tu "favorito") es que te lo mereces.
ResponderEliminardesde luego q es tu primera familia, los otros, los de tu sange, te ecamos mucho de menos.
ResponderEliminarSuerte y que sigas tan contenta.