cada tarde luchas contra la tristeza que te ha robado el reloj
Escucho tus gritos, mientras resbala una lágrima en mi mejilla por no poder abrazarte
mis manos están atadas, y no puedo evitar que caigas, tan sólo recogerte del suelo
Y no quiero, eso nunca. Yo puedo recogerte, pero no quiero que caigas
No te sientas sola en medio de tanta gente. No lo estás,
no te escuchan porque no entienden tu idioma, pero no van a dejarte sola.
¡Ven! Sé que estás dentro de ese cuerpo del que antes eras la dueña
de vez en cuando entre la oscuridad que te envuelve he visto el brillo de tus ojos
Esos ojos grises que han curando cada grieta de las almas que estaban cerca
Y te cojo fuerte de la mano, queriendo quedarme con el calor que te adormece
¡vuelve! Estamos a la deriva sino llevas tú el timón.
Me gustaría conocer más acerca de la historia. Me ha gustado mucho.
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