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miércoles, 31 de agosto de 2011

Sangre, sudor y gloria...



Lo que hace a la cirugía diferente del resto de especialidades, es (además de llegar allí donde otras no pueden) la soledad del cirujano muchas veces. Me explico… Un radiólogo, un internista, un médico de familia, en general, cualquiera con especialidad no quirúrgica e incluso alguno de los médico-quirúrgicos, pueden posponer decisiones, pensar, estudiar, reenfocar un caso… En cirugía, puedes, por supuesto, pero la mayor parte de las veces, antes de conocer el problema, o después analizando los resultados.

Nunca sabes a qué te vas a enfrentar en la siguiente guardia. Nunca que anatomía va a tener un paciente en concreto. No vale, el vuelva usted mañana… Allí estás tú, que has recibido al paciente, le has convencido de que hacer falta dejarle inconsciente (a veces ni eso) para abrir su cuerpo con un cuchillo y quitarle el mal que tiene dentro. Allí estás tú, para lo que pueda surgir. Tú y tus conocimientos, tú y tus habilidades… Ninguno de los que hay cerca puede ponerse en tu lugar. Hay veces que saldrías corriendo, pero no puedes, tú te has metido allí, con la confianza de alguien y tienes que salir con él vivo, y a poder ser su problema resuelto de la mejor de las maneras posibles. El anestesista duerme, la enfermera instrumenta, y con un poco de suerte tienes un buen ayudante, a veces (como les pasa a mis adjuntos) tienes que conformarte con te ayude una R2, que sabe mucho menos que tú y tienes que dirigir el cotarro e intentar enseñar mientras… Difícil no perder la calma alguna vez. Difícil, pero no imposible, doy fe…

Y sin embargo… Después de la batalla, del sudor, de otros fluidos de los que no hablaré aquí, de un sufrimiento coronario muchas veces… Después de superarlo (casi siempre se supera), la satisfacción personal, cuando las cosas salen bien, es superior a la que ninguna especialidad médica pueda darte. Hoy no hablaré de las complicaciones, no hablaré de que cuando un paciente se complica uno le da mil vueltas a cada una de las maniobras que hizo desde que dijo “hola” hasta el momento actual.

Y no hablaré, porque hoy ha sido un buen día. Porque después de un trabajado mes de agosto, del que dan fe unas cuantas guardias, sólo puedo decir una cosa… ¡Somos cojonudos!

Habrá momentos duros, por eso éste vale mucho más.

3 comentarios:

  1. este tipo de entradas son las que me hacen insistir con la idea fija de querer estudiar medicina...esa pasión con la que viven cada instante,y la adrenalina casi adictiva que les hace seguir arriesgándose a pesar de las posibles consecuencias; sabiendo que se puede perder,pero se puede ganar mucho más aún..Te admiro Soraya!

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  2. querida soraya, los que somos de especialidades medicas no siempre tenemos el vuelva usted mañana, no siempre tenemos la posibilidad de abrir y cerrar y terminar con un "hicimos lo que pudimos pero..." no pienses que sois el último eslabón de todo, porque sin los de especialidades médicas los cirujanos no seríais nada. Asi que si, un aplauso por las muchas veces que cortáis y pegáis y arregláis cosas, pero no te olvides que muchos de esos diagnósticos son gracias a los internistas, médicos de familia, radiólogos y etc. Y que sin los anestesiólogos y sus intervenciones no tendríais a los pacientes dormidos y estables, o con drogas vasoactivas y sangre transfundiendo cuando la cosa se pone mal, para que vosotros os podáis concentrar en los vuestro sin preocuparos de nada mas. Todos somos cojonudos.

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  3. Este es uno de esos momentos en que soy perfectamente consciente de que no debería responder a esta provocación, porque cada vez que digo que mi especialidad es la leche, alguien se ofende. Chico, conozco a internistas (y otros especialistas médicos) que son la leche, y que mantienen estables y con buena calidad a nuestros pacientes (soy la primera en pedir una interconsulta cuando pienso que otro puede manejar mejor un paciente). Me encantaría que ellos también tengan momentos orgásmicos en su trabajo. Por que la interna, me consta, es muy dura. Y sé que a los buenos no les hace falta esta respuesta. Puesto que ni mucho menos pienso yo que somos los únicos que salvamos vidas (y a veces hacemos bastante más daño que una pastilla).

    Y ahora viene cuando caigo en la cuenta que estoy en medio de un triplete. Que me he pasado la guardia haciéndo valoraciones neurológicas a gente que no tenía heridas. Que nadie me ha dado las gracias. Y lo he hecho por los pacientes, que no tenían la culpa de que otro no les quisiera ver. Pero también porque puedo y por que sé hacerlo. Y sin embargo, cuando nosotros cortamos y pegamos no viene nadie a ayudarnos...

    Y ahí lo dejo...

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