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viernes, 13 de enero de 2017

Sus ojos tienen números de oro

Quien me conozca sabrá que cada día que pasa me fascinan más los gatos. Curioso animal que sin ser servil consigue robarte el corazón. A veces creo que somos los perros de los gatos. Y que nadie me malinterprete porque también me encantan los canes.

En estos últimos años he conocido bastantes gatos. Y ninguno de ellos se parecía al anterior. Cada uno especial, cada uno mágico. Cada uno contándote una historia sin necesidad de usar las palabras para esconderse en ellas. 

Al volver a España me sorprende la cantidad de gatos callejeros que encuentro. La gente piensa que por ser autosuficientes pueden tenerlos en casa y echarlos a la calle cuando se cansan de ellos. Pues déjenme decirles que nada más lejos de la realidad. Los gatos son más sensibles que la mayoría de humanos que he conocido. Lo pasan mal. Se deprimen, y les cuesta adaptarse, aunque hayan nacido para cazar. Me sorprende la falta de interés de los ayuntamientos. Me indigna la legislación que permite coger a uno y pegarle impunemente un tiro para que muera en sitios como Castilla la Mancha, mientras que dificulta campañas de control como el método CES (Capturar, Esterilizar y Soltar).

Me da esperanza que en sitios como Cataluña proliferen los veterinarios solidarios, viendo la diferencia con la legislación entre comunidades yo también pediría la independencia si fuera ellos. 

Y hay otra cosa que me cuesta mucho trabajo entender. Es el hecho de que muchos amantes de los animales sigan acudiendo a una tienda a encontrarse con su nuevo amigo a fomentar el negocio que los tiene meses en jaulas diminutas, hasta que pagas por ellos y pueden meter a otro. Hay muchísimas protectoras en España. Muchísimos gatos, perros, conejos, y otros animales buscando desesperadamente un hogar y muchos mueren haciéndolo. 

No son un juguete. Tener un animal es adquirir una responsabilidad por muchos años. Pero lo que ellos te dan no puede comprarse con todo el dinero del mundo. 

Acabo con unos versos de Neruda:



ODA AL GATO:


Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.
No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.
Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.









4 comentarios:

  1. Me encanta totalmente...
    Yo soy muy gatera... todos mis gatos han sido/son "callejeros". Cada uno diferente. Todos perfectos.

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  2. Precisamente el otro día leí un comentario tuyo en un blog de gatos y decidí que sin conocerte personalmente me caes muy bien ;)

    Hazme saber si buscas una nueva peluda con la que ampliar la familia que conozco a una preciosidad que está buscando casa.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Soy yo... (la misma Irene... jaja) Yo nunca busco... pero siempre encuentro... Todos mis gatos fueron "no deseados"...Y todos se conviertieron en mi mejor motivo para llegar a casa (por encima del sofá!!!! jajaja)
    Vivo en un piso pequeño. Con dos. De momento no quiero familia numerosa, pero sé que si en el camino se me cruza otro/otra... en la calle no se va a quedar...Luego ya veré si lo adopto o no.... (nunca se dio el caso que no..., en cuento les pongo nombre, se acabó... y les pongo nombre antes de que entren por la puerta... jaja Ays... la carne es muy débil)

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  4. ¡Ja ja! Me hace gracia porque la misma conversación tuve con mi hermana la semana pasada, después de ponerle nombre a otra gata... ;)

    Un abrazo y gracias por pasar por aquí y dejar tu huella.

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