Lo mejor de los días duros es llegar a casa y sentir como el agua caliente se resbala por mi piel, mientras no me preocupo por nada. Voy subiendo la temperatura hasta que ya no aguanto más, y entonces todos los problemas se evaporan con el vaho que se forma a mi alrededor. Es él único momento del día que siento que es sólo para mí y no tengo que preocuparme por el tiempo que me vaya a tomar.
Mañana será otro día...
Un poco amargura en el post, quizá?
ResponderEliminarUn besazo