Esta mañana ha tocado laboratorio de Medicina Legal. Como en un capítulo de CSI teníamos que identificar muestras de sangre de cadáver. Sólo que aquí era de verdad. En la tele ponen una muestra en una máquina y te sale hasta la foto del sospechoso. Vaya por delante decir que mi experiencia con la asignatura de bioquímica me hizo aborrecer bastante esos laboratorios. Dentro de poco sacaré un ranking, resumiendo lo mejor y lo peor de la carrera, y si no la pongo en el número uno de lo peor, pondré en el dos, a la mujer que se encargó de que odiara una materia en la que hasta entonces sólo había sacado 10. Por venir a clase y pasarse una hora leyendo el Mathews y diciéndonos que no ampliaba más porque nuestras torpes mentes no darían para entender más allá de aquello.
En fin, que además de rememorar aquellos comienzos aciagos. Nos hemos pasado la máñana pipeteando de nuevo. La profesora que nos ha dado el seminario, que cómo la mayoría de los que se dedican al laboratorio tiene cierto aire de persona obsesivo-compulsiva, nos ha dicho que le daba miedo que vayamos a ser médicos dentro de poco sin conocer a que temperatura se desnaturaliza el DNA correctamente para hacer una PCR, que era lo más básico del mundo. Vamos, imprescindible en mi vida. No sé como he podido vivir 24 años sin saberlo, y otros 24 más porque ya no me acuerdo.
Después de unas cuantas horas pipeteando cosas cancerígenas (ya me dirán porque los de laboratorio mueren tan jóvenes y de cáncer) varias, nos ha explicado lo que estábamos haciendo. Que vamos, se podía haber quedado con la explicación y el problema, que ha sido lo que ha valido la pena de la clase.
En fin, que está bien que haya gente a la que le guste ese mundo, aunque no acabo de comprender 6 años de medicina, 1 de preparación al MIR y no tengo ni idea de cuantos de especialidad, para encerrarte en un laboratorio.
Para gustos los colores.
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